
Tenía tantas ganas de tumbarme junto a el en el sofá, rodearlo con mis brazos y dormir. No follar, como en esas películas, ni siquiera hacer el amor. Solo dormir juntos, en el sentido más inocente de la frase. Pero a mi me faltó valor y el tenía novia y yo era desgarbada y el era precioso y yo era irremediablemente aburrida y el era infinitamente fascinante. Así que volví a mi habitación y me derrumbé en la litera de abajo pensando que si la gente fuera lluvia, yo sería llovizna y el sería huracán.
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